El sistema educativo de Finlandia no siempre ha sido como ahora, ni siempre ha dado tan buenos resultados como los que tiene actualmente. Podríamos considerar la década de los 60-70 como punto de inflexión del sistema educativo finlandés, ya que fue a partir de esa época que los finlandeses se propusieron conseguir un sistema educativo basado en la igualdad de oportunidades y la excelencia, lo que sería el tándem perfecto.
Hasta 1960
Entre 1856 y 1866 las escuelas
obligatorias populares comenzaron a desarrollarse junto a las escuelas
secundarias privadas, estableciendo la ruptura del monopolio de la iglesia. La creación de estas escuelas populares
permitió el acceso a la educación a aquellos que hasta el momento no se la
podían permitir o a aquellos que tenían como lengua materna el finlandés (hasta
el momento la escuela estaba especialmente ideada y destinada a la población de
habla sueca).
Después de la II Guerra Mundial, Finlandia encontró
la escolarización del alumnado un
poco inconexa debido a las diferencias
de clase y de lenguaje. En el momento de la independencia en 1917, la educación fue vista como una
herramienta para mantener la identidad nacional, la alfabetización y la
libertad política.
1960
En la década de 1960, el sistema
educativo de Finlandia era muy diferente del que tiene hoy, Finlandia tuvo un
sistema típico alemán de educación
básica. En aquel momento la educación era mucho más desigual y no todos los estudiantes tenían acceso igualitario a la
educación de calidad. Podríamos establecer que hasta comienzos de los años
1958, Finlandia tenía un sistema elitista. La reforma educativa en aquel
momento se concentró en el cambio de un sistema de dos vías a una escolaridad
común integral. En el sistema de doble
vía los estudiantes al final del grado cuatro en la escuela primaria (once
años) eran elegidos para: a) continuar hacia una corriente académica que
constaba de 8 grados que los conducía a la Universidad o, b) continuar hacia
una corriente cívica de 3-5 grados que los conducía al empleo o a escuelas
vocacionales. Por lo tanto, los jóvenes más brillantes iban por un camino
prometedor mientras que los que no lo eran se quedaban atrás.
Originalmente, el sistema
educativo de Finlandia estaba bajo un control
centralizado. Sin embargo, en los años
sesenta se produjo una reestructuración
y el Ministerio de Educación estableció una nueva administración educativa local. El Ministerio finlandés de
los años sesenta encontró especialmente útiles los modelos educativos de Suecia
y Alemania. El objetivo del nuevo sistema era convertir a Finlandia en un país
económicamente competitivo produciendo una población mejor educada, mientras
que al mismo tiempo se pretendía mejorar la igualdad de oportunidades
educativas.
Las reformas empezaron en 1968 a favor de un sistema único
nacional. Aún y así las cosas no salían bien y los propios finlandeses no
estaban contentos con el cambio.
1970
Los años setenta trajeron
importantes reformas en el sistema educativo finlandés. Además esta década se
convirtió en un punto de transición para muchos aspectos de la vida finlandesa.
Muchos consideraron que el sistema educativo estaba sesgado hacia la clase alta
de habla sueca y no hacia las necesidades del pueblo finlandés. Comités de gobierno propusieron la creación
de escuelas integrales e igualitarias.
El Instituto integrado finlandés se implementó en toda Finlandia en la
década de 1970. El modelo para la nueva educación básica fue introducido desde
Suecia sólo con algunas adaptaciones para el marco finlandés.
A finales de los sesenta y principios de los setenta, como parte de
un enfoque a nivel nacional en la mejor preparación de los estudiantes para
competir en la economía del conocimiento, el
Parlamento finlandés promulgó una
legislación para crear un nuevo sistema de educación básica que fue
construido alrededor del desarrollo de una escuela común “integral” para los
grados 1 a 9 (sistema que se extendió a todos los municipios del país en 1977).
Tres cosas caracterizaron la nueva norma finlandesa:
El desarrollo y la adopción de un currículo nacional obligatorio que
garantizara que todos los estudiantes llevaran a cabo los mismos estándares.
Con el fin de asegurar que a todos los estudiantes en la nación se les enseñara
el mismo contenido, el gobierno finlandés, en colaboración con los maestros,
desarrolló un currículo nacional que fue la piedra angular del sistema integral
escolar y que fue durante muchos años obligatorio para todas las escuelas en el
sistema. Había muchos municipios que no estaban dispuestos a reformar su
sistema, por eso era tan importante tener un mandato legal. Esta fue una gran
reforma, pero a su vez muy complicada para unos profesores que estaban
acostumbrados al antiguo sistema. Un sistema de enseñanza destinada a unos
niños seleccionados. El profesorado no estaba preparado para un sistema escolar
en el que niños y niñas de diferentes características, necesidades y rendimientos
estuvieran en la misma clase. En el currículo integral de 1970, se destacaron
las ideas del pluralismo, pragmatismo y la equidad. En las primeras etapas de
la escuela integral se evaluó la aplicación de la equidad como igualdad de
acceso a la educación.
Fuertes cambios en los requisitos de preparación y certificación del
maestro. Una parte crítica de las reformas del Instituto integrado de
Finlandia era el esfuerzo nacional para mejorar la calidad del profesorado. Las
autoridades comprenden la importancia de la calidad docente para conducir el
logro estudiantil e intervinieron fuertemente en ello. En los primeros años, la
inversión fue dirigida al desarrollo profesional de maestros existentes en el
aula, pero Finlandia sabiamente tomó la visión a largo plazo y pasó a mejorar
su cartera de talento. Para empezar, hicieron que conseguir un trabajo en la
enseñanza fuera más difícil, ya que el gobierno ahora exigía que todos los
maestros tuvieran un título de maestría como condición de empleo. Pero tal vez aún
más importante, la formación docente en Finlandia se endureció a la vez que se
mejoró. Los maestros con especialización necesitaban que esta fuera en al menos
dos áreas. Además esta educación específica debía ser concedida por el
Departamento de contenidos de la Universidad. Se consideraba que el maestro
debía tener una sólida base de pedagogía, considerada imprescindible para la
correcta formación de un futuro docente, por lo que la carrera para ser maestro
tenía un fuerte contenido pedagógico.
Una inspección del estado central que evaluara el nivel escolar de
enseñanza y aprendizaje.
Estas reformas crearon muchos enfrentamientos y una fuerte resistencia.
Los opositores a las reformas argumentaban que era imposible educar a toda la
población.
1980
En los años 80 Finlandia dejó de
dirigir a sus alumnos a carreras más matemáticas o más humanísticas dependiendo
de sus habilidades. Ya que se consideró que la gente en Finlandia no podía
estar dividida por cuán inteligente es.
En esta misma década, el sistema
de educación emprendió un modelo de
economía de mercado y experimentó la descentralización. Esta
descentralización del sistema educativo aumentó la autonomía de las escuelas y
por lo tanto, la rendición de cuentas
para las escuelas y los maestros. Las escuelas tenían la responsabilidad de
producir los resultados del aprendizaje, mientras que el gobierno tenía la
responsabilidad de proveer a las escuelas con el fin de cumplir con los
objetivos, por lo que se fue creando un ciclo de confianza en la gestión de la
educación finlandesa.
1990 en adelante
Pero a mediados de 1990 y en
respuesta a una crisis económica, el
gobierno tuvo que aflojar muchas de sus normas establecidas. En particular, el
currículo nacional fue cuesta abajo, convirtiéndose en una guía más que en un
guión y, la inspección fue eliminada, dando así mucha más autonomía a las
escuelas. Las reformas de preparación y certificación del maestro, sin embargo,
se mantuvieron fuertes y sólidas como en un principio.
Estos cambios representaron una evolución. Los educadores
finlandeses ahora disfrutaban de amplia autonomía sobre currículo e instrucción
y las escuelas eran en gran medida de autogobierno. Pero esto sucedió sólo
después de décadas de reformas encaminadas a elevar los niveles para estudiantes
y profesores y asegurar que estos tenían capacidad para prosperar bajo un
sistema más descentralizado. Cuando la educación finlandesa empezó a mostrar
un número mayor de dificultades, sobre
todo las escuelas y profesores con formación más débil, las reformas mostraron
un control más estricto con énfasis en normas y resultados. Pero una vez el
profesorado estuvo mejor preparado y capacitado para enseñar el contenido
articulado por el plan de estudios, y una vez que se había mejorado el
aprendizaje de los estudiantes, el estado aflojó el control y volvió a un sistema educativo plenamente descentralizado.
Podríamos decir que el éxito de
Finlandia se construyó sobre una serie de decisiones difíciles, implementadas
con rigor. Y estas elecciones estaban ancladas en un único conjunto de
propuestas de valor que favorecían el bienestar general del grupo en lugar de
maximizar el éxito de unos pocos.
En la década de los 70 los
finlandeses decidieron crear e implementar políticas para mejorar su sistema
educativo y durante todo este tiempo han avanzado ininterrumpidamente hasta
llegar a la primera posición a nivel mundial. Muchos países no logran esta continuidad en política ni ejecución de
proyectos, en algunos casos cambiando de actitud con cada gobierno nuevo. El sistema finlandés nos enseña la
importancia de enfocarse en lo básico para lograr mejoras reales y duraderas.
Para ellos el docente es clave en el proceso y por ende se empeñaron en
invertir en su reclutamiento y educación. En la gran mayoría de países del
mundo, esto es también lo que los políticos y ministros dicen. En Finlandia no
solo lo dijeron sino que también actuaron de forma determinada para lograrlo.
Sus programas de maestría en
educación duran cinco años, son presenciales, rigurosos y con un énfasis
importante en investigación. El currículo nacional se limita a estipular
lineamientos y metas nacionales y los docentes tienen libertad en el aula y
sobre sus programas y libros. No existe un complejo sistema burocrático de
monitoreo, reportes e inspecciones: el nivel de libertad es efectivo dado el
fuerte sistema de reclutamiento y educación. Al tener muchas posibilidades para
ser creativos, la profesión es una de las más emocionantes.
Sara López García, 30 de Marzo de 2014.