Análisis:
El panorama actual de nuestro
sistema educativo se caracteriza por un aumento
en el número de alumnos escolarizados que no se corresponde con los
recursos disponibles, los cuales se ven reducidos a causa de un descenso en los presupuestos del Estado
en materia educativa. Por otro lado tenemos un número de alumnos inmigrantes en
nuestras aulas que está dejando de crecer al ritmo vertiginoso que lo llevaba
haciendo desde principios de siglo. Un profesorado
que no se siente del todo cualificado para hacer frente a la situación
actual, una ratio de alumno por profesor
que crece constantemente, un recorte
de los recursos en el aula y de soportes necesarios, una clase con un grado de diversidad muy alto, unos cambios constantes a nivel legal que
trastocan la vida escolar diaria, poca
autonomía de centros i de comunidades autónomas, una regresión a la
centralización, mala gestión, mal planteamiento de la educación, etc.
Y, si echamos un ojo a los
resultados de nuestro sistema educativo, a nivel general podemos comprobar que el nivel medio de España, comparado con
la media de la OCDE y la UE es
significativamente inferior. Sobretodo nuestra puntuación se declara
inferior cuando se trata de sacar conclusiones o de razonar sobre según qué
temas. Pero, donde más diferencia encontramos y, posiblemente sea la asignatura
pendiente de España, es en el número de alumnos excelentes. En muchas de las
pruebas, como es el caso PISA, es en la
excelencia donde nuestros resultados empeoran y se separan más de la media
de la OCDE y de la UE. ¿Es este un precio a pagar por tener un sistema
educativo equitativo en el que se ofrece la misma oportunidad de escolarización
a todo el alumnado? Aquí es donde el debate sobre educación posee diversidad de
opiniones en nuestro país. ¿Vale la pena sacrificar la excelencia de unos para
dar oportunidad a todos? O, por el contrario, la escuela debería apostar por
aquel alumnado con mayores capacidades y potenciarlos? ¿Se debería de
diversificar las aulas para sacar el mejor provecho de cada uno? Aquí está la
cuestión, ¿equidad o excelencia? O, ¿podemos conseguir ambas? La ley Wert
parece decantarse por la excelencia, una ley ideada básicamente para mejorar en
pruebas internacionales que no tienen en cuenta la diversidad del alumnado con
que las aulas españolas cuentan hoy en día desde que la LOE introdujo el
concepto de inclusión educativa. Pero, quizás no haría falta escoger entre
equidad o excelencia. Delante nuestro tenemos un modelo a seguir, el modelo
educativo de Finlandia, país puntero tanto en resultados académicos como en
excelencia. Ejemplo de que ambos conceptos no son incompatibles.
¿Para qué modificar nuestro
sistema educativo de carácter integrado
comprensivo, que asegura un alto grado de equidad y como Francia nos ha
demostrado, también puede llegar a dar buenos resultados? Sinceramente no creo
que sean las bases de nuestro sistema educativo el problema, más bien el
problema se encuentra en la manera como enfocamos la educación. ¿Culpable?
Posiblemente la financiación, la formación del profesorado, la falta de
recursos, la falta de organización, la falta de autonomía, etc. El hecho de
dotar de más autonomía a los propios centros y a las Administraciones locales,
los cuales conocen de primera mano el contexto en el que trabajan, ayudaría a
superar muchas de las dificultades que hoy en día surgen y no hay camino para
resolverlas.
El hecho de que nuestros
resultados se mantengan estables es señalas de que no avanzamos, de que nuestra
educación no mejora. Nuestro sistema educativo no ha hecho nada productivo
por mejorar en las pruebas internacionales, eso no quiere decir que no haya
intentado implementar mejoras a nivel educativo; lo que quiero decir es que
todas esas mejoras que se han impulsado hasta ahora, muchas poniendo el ojo en
los resultados de estas pruebas a nivel internacional, no han dado el fruto que
se esperaba. Por lo tanto, ¿en qué nos estamos equivocando? ¿Qué hacemos mal?
¿En qué sentido tendríamos que focalizar nuestras mejoras? Este es el dilema de
nuestra educación.
Por otro lado, ¿Cómo puede ser
que nuestros alumnos estudien durante 12 años de escolarización obligatoria la lengua inglesa y, en 4º de la ESO
todavía no la dominen? Es evidente que la metodología que utilizamos en nuestro
país para enseñas y aprender la lengua extranjera no es la más adecuada, solo
hace falta echar un ojo a los resultados a nivel internacional. Aún y siendo de
los países que comienzan antes y, de los que dedican más horas a hacer los
deberes y los trabajos fuera del ámbito educativo, nuestros resultados están a
la cola del resto de la UE.
Aún y los debates que han surgido
alrededor de la asignatura de Educación
por la ciudadanía, asignatura que el señor Wert ha querido eliminar de las
aulas para sustituirla por otra, la ideología de la cual se parezca más a sus
ideales; los estudios internacionales demuestran que en competencia cívica y
ciudadana los resultados de nuestros alumnos son satisfactorios y más altos de
la media internacional. Por lo tanto, podemos decir que nuestra escuela cumple
con el objetivo de crear ciudadanos competentes, cívicos, capaces de vivir en
sociedad y de respetarla.
Retos:
De acuerdo con las
características de nuestro sistema educativo y de los resultados que da a nivel
estatal e internacional, considero que algunos de los retos a nivel educativo
que nuestro país tendría que afrontar son:
Formación docente: La actual formación de futuros maestros y
profesores no va acompañada de una capacitación pedagógica que permita la
eficaz adecuación de los contenidos aprendidos en las diversas fases del
aprendizaje. Hay un dato que me llama mucho la atención y quería compartir con
vosotros: la formación de los maestros de primaria en España rodea las 2.000
horas lectivas, delante de las 6.400 horas de formación en Finlandia. Tenemos
que recordar que Finlandia es uno de los países que lidera los índices en los
informes PISA. Por lo que al profesorado de secundaria se refiere, se
contabilizan unas 130 horas lectivas de pedagogía muy por detrás de las 1.400
que tendrían que cumplir.
Métodos de enseñanza: En España casi no han variado los métodos de
enseñanza por mucho que queramos decir lo contrario. En nuestro sistema
educativo continúan prevaleciendo las aptitudes cognitivas y su evaluación con
el modelo examen, delante de otros factores nucleares del aprendizaje.
Racionalidad de los horarios: Paradójicamente, en España la media
de horas lectivas obligatorias de los alumnos de entre 7 y 14 años es superior
a la media de la OCDE. Parece un tópico en nuestro país que cuando hay un
problema se añade una hora más y a correr. Si a esto le sumamos el trabajo
fuera del aula todavía las horas de aprendizaje se incrementan más. Porque hay
que decir que el volumen de faena que demandamos a nuestros alumnos fuera del
centro escolar (deberes) es potencialmente superior a la media de la OCDE.
Pero, aún y este volumen de faena, y de esta cantidad de horas lectivas, los
resultados son los que son. Por lo tanto, ¿Qué nos está fallando?
Implicación familiar: la implicación de las familias españolas en
los procesos de aprendizaje de sus hijos es deficiente. Posiblemente una de las
causas de esta poca implicación sea la difícil conciliación de los horarios
entre el trabajo y la familia.
Educación infantil: Delante de los países más innovadores, que han
entendido que la gran inversión económica se ha de hacer en la formación de
entre 0 i 3 años, a España la situación es casi un desierto, sobre todo las
administraciones públicas, que casi han delegado su responsabilidad en la
empresa privada y en la administración local. La lectura, que se tendría que
promover desde bien pequeños y que sería de mucho provecho que en la educación
infantil se comenzara a hacer un aprendizaje sólido de esta, en España esto es
impensable para todo el alumnado. La Educación infantil en España es algo
ignorado, algo que no se considera importante. La educación temprana es vital
para el éxito educativo y en nuestro país la ignoramos completamente.
Tratamiento de la diversidad: Teniendo en cuenta que las aulas de
nuestro país tienen un alto índice de alumnado extranjero, con dificultades de
aprendizaje, entre otras características; tenemos que consolidar una ley, unas
propuestas de carácter inclusivo para que toda la diversidad del aula se vea
contemplada en una aula ordinaria. Es muy fácil decir que nuestra escuela es
inclusiva, ¿pero de verdad se tiene en cuenta a todo el alumnado en una aula? Parece
difícil que un maestro pueda dar respuesta a todas las necesidades de una ratio
de alumnado que crece constantemente, sin el soporte del maestro de especial
que antes podía entrar más horas en el aula, intentando implementar todas las
nuevas medidas que se van tomando desde el gobierno central, etc. Es inviable.
Dotar de más recursos humanos a la escuela, de más formación permanente al
profesorado, una formación inicial del profesorado más sólida y completa, unas
leyes y decretos claros y facilitadores del trabajo, una homogeneidad legal y
estable, podrían ser algunos de los retos para conseguir un buen trato de la
diversidad del aula.
Enseñanza eficaz de las lenguas extranjeras: Somos de los países
que más horas dedican al estudio de las lenguas, de los países que antes
comienzan con la enseñanza del inglés, ¿y qué? Somos de los países con peores
resultados en lengua extranjera. Es evidente que nos estamos planteando una
enseñanza de la lengua extranjera de una manera equivocada. El porcentaje de
españoles que hablan fluido el inglés en España es tan irrisorio a diferencia
de otros países de Europa que son mucho más competentes en esta materia que
nosotros. Si queremos que nuestros alumnos dejen de ocupar las últimas
posiciones en el aprendizaje de idiomas, tenemos que fomentar una enseñanza de
calidad, promoviendo la inmersión lingüística en clase, así como la exigencia
de comunicación y expresión mínimas en un idioma extranjero. También es necesario
que se mantengan y se amplíen los centros bilingües con el mejor método de
promoción del aprendizaje de idiomas.
Integración de las nuevas tecnologías de la información en los procesos
educativos: Es evidente que nuestra sociedad está en constante movimiento,
en constante cambio y la educación como todos los ámbitos de nuestra vida se
tienen que adaptar a estos cambios. Las nuevas tecnologías de la información
rigen nuestra vida cuotidiana y, por esta razón se tienen que introducir de
manera eficaz en la escuela. Y no sólo introducir, sino incluir, integrar, de
manera que sea una forma de educación. Dotar al profesorado de las competencias
necesarias para llevar a cabo este proceso de transformación, dotar de recursos
a las escuelas, entre otras propuestas que ayudarían en gran medida a que esta
integración sea satisfactoria. Todos los centros educativos tendrían que contar
con las nuevas tecnologías de la información y comunicación aunque tampoco es necesario
el despilfarro que se ha llevado a cabo en algunas escuelas en los últimos
años, haciendo gastos muy cuantiosos para dotar a todo el alumnado de
ordenadores portátiles. Por lo tanto, se tienen que dotar a los centros de las
nuevas tecnologías con cabeza, de manera coherente y de acuerdo a nuestra
sociedad.
Doble red: Más allá de
planteamientos ideológicos alrededor de la escuela pública y privada, existen estudios recientes que constatan que en España hay un abandono masivo de la
escuela pública, sobre todo en las ciudades, por parte de las clases medias,
comienza a ser una situación alarmante lo que se percibe como una auténtica
doble red de escolarización en función de los ingresos familiares y de las
expectativas delante la formación como una forma de ascenso social. Si no se
introducen estrategias correctivas, la escuela puede acabar siendo el principal
motor de la desigualdad social.
Reducir el fracaso escolar: España necesita recuperar la cultura
del esfuerzo personal como método para reducir el fracaso escolar y para
conseguir mejorar los resultados a nivel académico. No puede ser que en nuestro
país despilfarremos el dinero haciendo repetir a un alumnado que, normalmente,
está esperando la edad necesaria para dejar los estudios. Se tienen que buscar
soluciones para reducir este fracaso escolar, motivar al alumnado y buscar
alternativas para que estos jóvenes puedan tener un futuro digno fuera o dentro
de las aulas.
Más autonomía a las CCAA y a los centros docentes: hacer más
competentes en materia educativa a las CCAA, las administraciones locales y los
centros docentes dotándolos de más autonomía curricular y de gestión, así como
de organización. Nadie mejor que los propios centros docentes conocen la
realidad de sus aulas y, por esta razón, nadie mejor que ellos mismos para
decidir el qué, el cómo y el cuándo. No puede ser que la gestión se lleve a
cabo en la capital del estado, una gestión que no será compatible y no
responderá a las necesidades de la sociedad, a las necesidades de una realidad
escolar concreta.
Consenso o pacto educativo: Quizás este sea uno de los aspectos más
importantes si queremos mejorar nuestro sistema educativo. Es necesario que los
diferentes partidos políticos aparquen sus diferencias y que se llegue a un
acuerdo de mínimos entre todas las organizaciones políticas que permita avanzar
en la reforma de nuestro sistema educativo sin tener la necesidad de reformar
las leyes continuamente.
Reformar los currículos de Primaria y Secundaria: debido a las
graves deficiencias detectadas a nivel de conocimientos de nuestros alumnos al
finalizar los estudios, es necesario hacer una renovación total de los
currículos de todas las áreas. No podemos seguir viendo como nuestros alumnos
cada vez salen peor preparados y como estos tienen serias dificultades cuando
llegan a la universidad. Para conseguirlo es necesario poner contenidos más
exigentes que vayan de acuerdo con las diferentes etapas educativas, para
evitar las grandes diferencias que tenemos con otros países de la UE.
Disminución de la ratio por profesor: Si queremos tener un sistema
educativo de calidad es necesario que se reduzca la ratio de manera que nos
aproximemos a los países europeos más avanzados que suelen tener una media de
20 alumnos por clase. Sin duda alguna, la masificación de las aulas no facilita
el aprendizaje ni el éxito educativo.
Evaluación externa del sistema educativo: Al menos una vez al año
se tendría que evaluar todo el sistema educativo: tanto el alumnado como el
profesorado. Para llevar a cabo esta iniciativa sería necesario que se
desarrollase un proceso externo de evaluación por organismos independientes que
lo valoraran de manera objetivo sin influencia de las diferentes
administraciones educativas.
Hasta aquí el análisis y el
conocimiento de nuestro sistema educativo. Nos hemos planteado muchas
cuestiones, hemos analizado muchas deficiencias de lo que hoy en día es la
educación en nuestro país. A partir de ahora nos toca valorar, con la ayuda del
conocimiento que tengamos del funcionamiento de otros sistema educativos, qué
tenemos que cambiar y en qué nos estamos equivocando. Al fin y al cabo,
encontrar una vía, una luz que nos ayude a saber en qué estamos fallando. Ya
que hasta la fecha no hemos sido capaz de encontrar la clave de nuestro fracaso
a nivel educativo.
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