martes, 25 de noviembre de 2014

Entrevista para Sincronia.org. Campaña por un pacto de Estado en educación.

Os dejo la entrevista que he concedido a Sincronia.org para colaborar en la Campaña por un pacto de Estado en educación:

Sara López García

Maestra de Educación Primaria y Estudiante de Psicopedagogía


“Nuestro sistema educativo no está preparado para afrontar los retos del siglo XXI”

¿Cuáles son los principales problemas de la educación en nuestro país?
Desde mi experiencia personal, tanto a nivel académico como profesional, considero que el panorama actual de nuestro sistema educativo está bastante descompensado. Se está produciendo un aumento en el número de alumnos escolarizados que no se corresponde con los recursos disponibles, los cuales se están viendo reducidos a causa del descenso en los presupuestos del Estado en materia educativa. Cuando hablo de recursos me refiero tanto a recursos materiales, de infraestructura, como recursos humanos. El tema del profesorado también es un serio problema de nuestro sistema. Actualmente contamos con unos profesionales que no se sienten del todo cualificados, que reconocen que no han recibido la formación suficiente ni necesaria para hacer frente a los retos educativos que se les plantean a diario en unas aulas dónde la ratio de alumno por profesor crece constantemente, dónde se recortan los recursos en el aula y los soportes profesionales necesarios, dónde la diversidad escolar es una realidad a la que les es casi inviable hacer frente y dónde se suceden una serie de constantes cambios a nivel legislativo que trastocan la vida escolar diaria y no facilitan en absoluto el trabajo de los profesionales. A esto le podemos sumar la poca autonomía de la que poseen las Administraciones autonómicas y locales, así como los centros educativos para hacer frente a las realidades y a los contextos más concretos, hecho que refleja una regresión hacia la centralización de la educación. Todo esto se traduce en una mala gestión y en un mal planteamiento de la educación que hace, hoy en día, que España esté a la cola en educación.
¿Por donde pasan las soluciones para mejorar nuestra enseñanza?
Es difícil sintetizar la respuesta. Personalmente considero que las soluciones para mejorar nuestra enseñanza pasan por cambiar la forma que tenemos de concebir la educación y en otorgarle a esta la importancia que realmente tiene, de acuerdo a la función social que representa. Más concretamente, considero que algunas soluciones para nuestro sistema educativo pasan por mejorar la formación de los docentes (sobretodo dotarles de una mejor capacitación pedagógica), cambiar los métodos de enseñanza (todavía prevalecen las aptitudes cognitivas y su evaluación por delante de otros factores nucleares del aprendizaje), aumentar la implicación de las familias en el aprendizaje de sus hijos (esto pasaría por facilitar la conciliación de la vida familiar y profesional), ser conscientes de la importancia de la educación temprana y dar más importancia a la educación infantil (dejar de delegar su responsabilidad a la empresa privada y promover la lectura desde edades tempranas, por ejemplo). Pero además es necesario mejorar el trato de la diversidad en el aula (dotando de más recursos humanos a la escuela, de más formación permanente al profesorado, de unas leyes y decretos claros y facilitadores del trabajo, de una homogeneidad legal y estable, etc.), introducir estrategias correctivas para evitar la doble red de escuelas (privada y pública) e impedir que la escuela acabe siendo el principal motor de la desigualdad social.
¿Y en cuanto a la gestión?
Hay que dotar de más autonomía a las Administraciones autonómicas, locales y a los centros docentes (otorgándoles más autonomía curricular y de gestión, así como de organización. La gestión central de la educación no es compatible y no responde a las necesidades de una sociedad que se caracteriza por su diversidad). Para eso hay que llegar a un consenso político o pacto educativo entre los diferentes partidos políticos (aparcando sus diferencias y llegando a un acuerdo de mínimos que permita avanzar en la reforma de nuestro sistema educativo sin tener la necesidad de reformar las leyes continuamente), disminuir la ratio de alumnos por profesor (mejoraría la calidad de la enseñanza y facilitaría tanto el trato de la diversidad como el aprendizaje individualizado de cada alumno) y realizar una evaluación externa del sistema educativo (al menos una vez al año, tanto a nivel de alumnado como de profesorado para garantizar una buena calidad del sistema).
¿Estamos preparados para enfrentarnos a los retos educativos del siglo XXI?
Definitivamente, no. Nuestro sistema educativo, a pesar de todos los intentos habidos y por haber por mejorar la enseñanza, no está preparado para afrontar los retos educativos del siglo XXI. Principalmente porque nuestro sistema educativo está basado en un tipo de enseñanza arcaica. Aunque la intención teórica es la de avanzar hacia una enseñanza más innovadora, los recursos disponibles no son los adecuados, razón por la cual han fracasado muchas de las leyes que se han aprobado en educación.
¿Cuales son esos retos?
Personalmente creo que son muchos los retos educativos del siglo XXI y más, teniendo en cuenta los cambios estructurales que están experimentando nuestras sociedades y que afectan, igual que a otros ámbitos, al ámbito educativo. La globalización y la autonomía son características intrínsecas de nuestra sociedad, por eso la educación como agente socializador debe dar respuesta a las características y las necesidades de la sociedad. A mi modo de ver, los principales retos de la educación son: la renovación pedagógica, el uso más extendido de las TIC en educación y la consecuente formación del profesorado en esta materia, la atención a la diversidad con una escuela verdaderamente inclusiva y no integradora y la importancia de la educación emocional. Para eso hay que focalizar el aprendizaje en los intereses del alumno, conseguir un nuevo rol del profesor y mejorar su formación y, uno de los puntos más importantes, que el objetivo de la educación sea el de formar a ciudadanos y no sólo a profesionales eficientes.
¿Hacía que modelo educativo debemos ir?
Partiendo de la base del éxito de este modelo en otros países, España debería enfocar su sistema educativo en un modelo plenamente comprensivo. El modelo educativo comprensivo se caracteriza por ofrecer a todos los alumnos una misma forma de enseñanza, desarrolla un currículo básico común dentro de un mismo centro y una misma aula para lograr una educación integradora que dé respuesta a las aspiraciones de igualdad de oportunidades para todos, sin que ello suponga que se excluya la atención a la diversidad de los alumnos. El modelo comprensivo proporciona una enseñanza polivalente, separa lo más tarde posible a los alumnos en diferentes ramas, tiene una parte del currículo común, el agrupamiento de los alumnos es heterogéneo y flexible, existe un tratamiento y atención a la diversidad totalmente inclusivo y la orientación educativa (ámbitos personal, escolar y profesional) desempeña un papel fundamental en la educación. Tiene su origen en Estados Unidos y países como Finlandia, Francia o Inglaterra empezaron sus reformas educativas basándose en este modelo. Estamos hablando de países en los que la igualdad de oportunidades en educación es vital para garantizar el éxito de sus alumnos. Los resultados de estos países avalan el éxito de un modelo educativo como el comprensivo, ya que cuentan con un número muy alto de alumnos excelentes y, a la vez, el número de alumnos con resultados muy bajos es infinitamente menor al de España.
Hemos tenido siete leyes de educación desde la transición democrática ¿Como afecta eso a la calidad de la enseñanza?
Efectivamente, nuestra historia nos explica que la educación en España siempre ha estado condicionada por el color político, por las ideas de quienes han estado en el poder, los cuales han derogado o cambiado anteriores leyes educativas de acuerdo a sus intereses y los ideales de su partido, dejando al sistema en general sin la deseada continuidad. Desde la transición, el sistema educativo en términos legislativos ha sido un constante vaivén. Podemos considerar que nunca ha habido un consenso en educación y, posiblemente, este nunca se ha intentado de una manera seria. El resultado ha sido que las leyes no han significado un cambio radical para la estructura educativa común y a pesar de todas ellas el fracaso escolar en España, entendido como el número de alumnos que no consigue terminar con éxito los estudios obligatorios, ha ido creciendo de manera imparable hasta llegar en la actualidad a superar el 30%. Tampoco se ha conseguido reducir los índices de conflictividad en las aulas, ni mejorar los resultados de los alumnos españoles en pruebas internacionales tales como PISA, etc. Una de las razones de este fracaso a nivel legislativo es que muchas de las reformas no han ido acompañadas de financiación suficiente, lo que ha producido grandes desigualdades a la hora de su implantación. Y, que, lamentablemente en nuestro país la educación se ha convertido en un arma política que los partidos utilizan para debilitar al adversario. Además, el hecho de que en tan pocos años se hayan aprobado tantas leyes educativas, ha supuesto que muchas generaciones de ciudadanos hayan desarrollado sus estudios académicos con una o dos leyes distintas.
¿Es posible el consenso educativo?
Un consenso educativo es vital para la mejora de nuestro sistema educativo. Nada sin una estabilidad y una continuidad en el tiempo puede tener un futuro brillante. Y mucho menos la educación. En nuestro país somos especialistas en reformas educativas. De hecho, ya vamos por la séptima reforma educativa, la tan famosa “Ley Wert” (LOMCE). Sin contar la clara intromisión de la política en los contenidos que se ofrecen en los planes de estudios. Personalmente considero que uno de los grandes problemas es que, como siempre, estas reformas se realizan sin contar con el profesorado. Para entendernos, en Finlandia la educación es una cuestión de Estado y los partidos se ponen como meta acuerdos en materia de educación como algo fundamental para la construcción del país. De hecho, cada vez que se tiene que realizar una reforma educativa, se consulta a los profesores, entre otros agentes educadores. Parece que en ese país la educación no es solo cuestión de cuatro años. En Finlandia, la educación es una cuestión de estado y los partidos se ponen como meta acuerdos en materia de educación como algo fundamental para la construcción del país.
¿Cual debe ser el papel de los padres en el proceso educativo?
Muchos padres cada vez están más desvinculados de la educación de sus hijos debido a la dificultad de la conciliación familiar y laboral que existe en nuestro país. Esto provoca que el profesor cargue implícitamente con un peso extra en la educación de sus alumnos. De la situación real a la que debería ser hay bastante distancia. Los padres deberían estar mucho más involucrados en la educación de sus hijos y la comunicación familia-escuela debería ser más regular. La participación activa de la familia dentro del centro escolar fortalece lo que en el propio centro se hace y brinda a los alumnos una continuidad y una normalidad absoluta. Por eso la familia no debe dar por hecho que solo se educa en los centros oficiales, sino que la educación que se da en casa es igual de importante, así como el aprendizaje que se recibe del hecho de vivir en sociedad. El principal problema de España, como he dicho, es que no existen apenas ayudas a las familias con hijos para que puedan conciliar de una manera cómoda la vida laboral y familiar.
¿Qué parte de responsabilidad recae en los educadores? ¿Son víctimas del sistema?
Los profesores no lo tienen fácil, al tener que hacerse cargo de todo lo que los padres piden a la escuela, ya que la tarea del profesor termina cuando empieza la educación familiar que muchas veces es escasa, ineficaz o, desgraciadamente, inexistente. Prácticamente, ante cualquier situación de conflicto entre profesor y alumno, en nuestro país existe la tendencia de dudar del profesor y posicionarse del lado del hijo. Esto es producto de la baja consideración que se tiene de los profesionales de la educación. El papel del docente, aunque todos consideremos que desempeña una función social muy importante, no está valorado como tal y se tiende a dudar de lo que hace y cómo lo hace. Creo que existe una contradicción en este aspecto, ya que por una parte los padres se ven “obligados” a delegar gran parte de la educación de sus hijos en un profesional al que ponen en duda por momentos. Por eso me atrevo a afirmar que los educadores son víctimas del sistema.

SINCRONIA.ORG

CAMPAÑA POR UN PACTO DE ESTADO EN EDUCACIÓN

http://www.sincronia.org/camp/pacto-por-la-educacion/

Sara López García, 25 de Noviembre de 2014.

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